Scherer y Leñero

Literatura - Personajes

A finales de 1971, Leñero decía querer dejar el periodismo. Cada cierto tiempo tenía la inquietud de abandonarlo para dedicarse a otro género, pero su idea se borró ante la llamada de Miguel Ángel Granados Chapa, quien lo buscó, a nombre de Julio Scherer para ofrecerle la dirección de la Revista de Revistas. Aceptó. Dirigía la revista y escribía un artículo semanal para las páginas editoriales de Excélsior.

            “No había línea –dice Leñero-, me dejaban hacer y decidir. Para 1972 comenzó a circular la nueva Revista de Revistas con una entrevista de Erich Fromm de Ignacio Solares. A Julio le fascinó tanto que dijo que merecía estar en el periódico, no en la revista”, recuerda el escritor en una entrevista con Silvia Cherem.

            Leñero estuvo a cargo de la Revista de Revistas durante cuatro años, al paso de los cuales sufrió otra crisis de “abandono del periodismo”. Quería escribir una novela, y fue precisamente en el momento de la negociación de su renuncia con Scherer cuando sucedió el golpe a Excélsior.

            Escribe en Los Periodistas: “Al llegar a las escaleras repletas de ensombrerados y escuchar los primeros ¡fuera! ¡fuera!, nuestra respuesta fue unánime: ¡Sche-rer Excél-sior! ¡Sche-rer! ¡Excél-sior! Bajamos gritando sin mirar a quienes nos miraban. No sentíamos el peso del cuerpo…”

            Ante aquella vorágine de acontecimientos, Leñero se sintió comprometido a quedarse junto a Scherer a crear un nuevo proyecto periodístico.

            “El sexenio: las palabras y los hechos” fue el título de la portada del primer número de la revista Proceso. En sus interiores, se desplegaba una revisión exhaustiva del sexenio de Luis Echeverría y el reportaje “Libertad de expresión: de Excélsior a Proceso”.

            “Me aterraba que Julio se empecinara en sacar el primer número antes de que Echeverría dejara la presidencia. El reto era escupirle en el rostro que no nos derrotó. Y lo logramos. Salimos un mes antes de que dejara el poder”.

            Toda una vida profesional y una larga amistad unieron a Vicente Leñero y a Julio Scherer. Vicente murió el 3 de diciembre del 2014. 35 días después fue alcanzado por su amigo. Scherer falleció el 7 de  enero de 2015.

             En dos meses se perdieron dos de las plumas más destacadas del periodismo en el país.  La muerte de este par, representa también la desaparición de una generación de periodistas que logró transformar las relaciones de poder entre la prensa escrita y la estructura política.

            “Nunca he conocido a nadie tan reportero como Julio –recordaba Leñero-. Tiene además una facilidad impresionante para tratar con los poderosos sin doblarse”.