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El movimiento armado con el que México estrenó el siglo XX se convirtió en fuente de inspiración para muchos artistas, compositores, pintores, escritores que dieron cuenta del acontecer y los cambios que la Revolución dejó a su paso.
La novela de la Revolución, afirma Carlos Monsiváis, es un conjunto de obras narrativas que comparten una “visión pesimista” del movimiento que inició con la novela Andrés Pérez, Maderista, de Mariano Azuela, editada en 1911 y culminó con La Muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, publicada en 1962.
Los novelistas revolucionarios aparecieron de manera simultánea al conflicto. El género tuvo sus antecedentes en algunas obras publicadas a finales del siglo XIX como La Bola (1887) de Emilio Rabasa y La Parcela (1898) de José López Portillo y Rojas.
“Me preguntará que por qué sigo entonces en la revolución. La revolución es el Huracán, y el hombre que se entrega a ella no es ya el hombre, es la miserable hoja arrebatada por el vendaval…”
Los de Abajo, Mariano Azuela.
Con Los de abajo, Azuela se sumerge sin prejuicios en el acontecer revolucionario. La novela fue publicada en el Paso, Texas, en 1916, por entregas en folletines de un diario editado por mexicanos emigrados. Pasó sin pena ni gloria hasta 1925, cuando el Universal Ilustrado la rescató, ayudando a divulgarla en España y América.
“Eran de la fina raza de Chihuahua: altos los cuerpos, sobrias las carnes, robustos los cuellos, bien conformados los hombros sobre espaldas vigorosas y flexibles. Fierra consideró de una ojeada el pequeño ejército preso, lo apreció en su valor guerrero —y en su valor— y sintió una rara pulsación, un estremecimiento que le bajaba desde el corazón o desde la frente hasta el índice de la mano derecha. Sin quererlo, la palma de esa mano fue a posarse en las cachas de las pistolas.”
El águila y la serpiente, Martín Luis Guzmán
Los “autores revolucionarios”, en muchos casos fueron también protagonistas, testigos y participantes activos del movimiento armado; Martín Luis Guzmán, por ejemplo, fue un hombre cercano al “Centauro del Norte”, lo que enfatiza el carácter de memoria y documento histórico de su obra.
A diferencia de Azuela, quien crea personajes ficticios y simbólicos, Martín Luis Guzmán decide llamar a todo por su nombre; en El águila y la serpiente, editada en 1928, hace retratos de todos los protagonistas del conflicto. En 1929 publica La sombra del caudillo, considerada una pieza clave para la narrativa mexicana moderna.
La literatura de la Revolución incluye también a autores como Juan Rulfo, José Revueltas, José Vasconcelos, Rafael F. Muñoz, Mauricio Magdaleno, Nellie Campobello y Gregorio López, entre otros.