Los periodistas de Leñero

Literatura - Obras

Vicente Leñero es una figura clave de la literatura y el periodismo en México. Un hombre de muchas y multifacéticas letras que pasaba de la ficción a la realidad con naturalidad y compromiso, pero ante todo, con la verdad.

            A pesar de que las pruebas –todos su libros- podrían demostrar lo contrario, afirmaba no tener “mentalidad periodística”. Le gustaba escribir novelas y ante su declarada “poca imaginación”, veía en el periodismo una fuente de inspiración de la que abrevaban historias reales que al paso de sus manos se convertían en literatura. En el de caso Los Periodistas, la materia prima fue el “golpe a Excélsior”, sucedido en julio de 1976.

            Durante una asamblea de la Cooperativa Excélsior, convocada ilegalmente, se designó a Regino Díaz Redondo como nuevo director del periódico y líder del grupo que expulsó violentamente a Julio Scherer y a sus colaboradores, de las instalaciones del medio.

            Fue una reacción del régimen del presidente Luis Echeverría ante la postura crítica que el periódico había asumido desde 1968, bajo la dirección de Scherer. Se acercaba el final del sexenio y aparentemente, Echeverría no quería dejar el poder sin poner las cosas “en su lugar”. Logró crear un conflicto en el sindicato de trabajadores del periódico.

            “Hice un libro como Los periodistas sobre lo que yo pensaba en un tiempo: describir el ambiente de la redacción de un periódico. Reflejar ese ambiente del reportero, de los periodistas, del trajín de un periódico y yo quería reflejar con éste una historia”, cuenta Leñero en una entrevista, “pensaba que el ambiente bullicioso de la redacción del periódico que había vivido tan intensamente, era digno de una novela”.

            Una época en la que según decía, envidiaba a Granados Chapa que “se atornillaba frente a la máquina y se aventaba cuatro editoriales apenas con dos o tres tachaduras, a diferencia de Monsiváis, que era como yo, lento hasta la enfermedad”.

            Escribió Los Periodistas en 1978. En sus páginas narra todo lo que ocurrió días antes y después de ese definitorio 8 de julio: “Al abandonar el edificio de Excélsior, en Reforma 18, me sentí perro sin dueño. Sin saber qué hacer con mi cuerpo, no había más mundo que el mundo interior. Algo me decía que mi comportamiento en la asamblea era el que nos había puesto en la calle, había sido propio de un cobarde, pero algo me decía que no, que en el momento extremo me había acompañado la lucidez…”, así describe en el libro la sensación de impotencia que tanto él, Scherer y demás integrantes del equipo sintieron ante los hechos.

            El sentimiento era compartido por un vasto grupo de personas, intelectuales, gente de medios que apoyaban a Scherer e intentaron publicar un desplegado, responsabilizando al gobierno de Echeverría del golpe, pero las letras misteriosamente “se borraron” y en lugar del desplegado, se publicó una hoja en blanco.

            Leñero ahonda en las acciones de Díaz Arredondo que se sabía “tocado por el presidente” y con protección, y permiso para hacer y deshacer: “Se les ofrecía como premio el poder; se les exigía un precio: la traición. Para los ambiciosos, para los resentidos, para los mediocres, no era un precio excesivo. La operación era un cohecho más, otro embute que valía aceptar clausurando el último temblor de la consciencia”.