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El ímpetu independentista en Nueva España fue compartido por diversos sectores sociales, y se manifestó con acciones múltiples que, en suma, contribuyeron con la emancipación de la Corona española. Aunque el levantamiento insurgente se ha reconocido como el movimiento más trascendente en esta lucha, éstos recibieron el apoyo de diferentes grupos como los llamados ""Guadalupes"", una sociedad secreta de la élite socioeconómica de la capital novohispana que ayudó decididamente a la insurgencia novohispana de la Ciudad de México.
Aunque los primeros registros sobre la actividad política de los Guadalupes se han localizado hacia 1811, se considera que es probable que se organizaran antes, en el contexto de la crisis política de 1808 provocada por la ocupación francesa a España, momento en el que algunos grupos novohispanos expresaron su interés por formar órganos de gobierno provisionales ante la ausencia del monarca español Carlos IV y el sucesor Fernando VII. Los Guadalupes eran individuos de la élite novohispana como abogados, eclesiásticos y nobles (hombres y mujeres) que se interesaron sobre todo en el rescoldo político que se abría en ese momento, que les podría permitir participar en la toma de decisiones.
La denominación de este grupo hacía alusión a la Virgen de Guadalupe, porque era un distintivo de su orientación política pues se erigió como el símbolo que se contraponía a la patrona de los españoles realistas: la Virgen de los Remedios; los Guadalupes, al reivindicar la figura de la virgen propia del territorio novohispano, establecían una oposición implícita de carácter nacionalista. Los Guadalupes solían reunirse en tertulias en las que expresaban sus opiniones e ideas en torno a la legitimidad de la lucha independentista. A puerta cerrada y de forma secreta, en estos espacios gestaron su apoyo a la insurgencia.
En 1809 el rico minero José Mariano Sardaneta y Llorente marqués de San Juan de Rayas, uno de los miembros de los Guadalupes, fue acusado de criticar al virrey Garibay, quien fue enviado desde España después del golpe de Estado contra el virrey Itirrigaray derrocado por apoyar la creación de Juntas de gobierno con criollos frente a la crisis en España. Al marqués de Rayas se le acusó de organizar reuniones en donde conspiraban en contra del gobierno español. Por esas fechas el abogado Juan Nazario Peimbert y Hernández también fue procesado por las mismas razones, aunque las autoridades novohispanas no lograron comprobar que formaran parte de alguna conspiración.
En este momento los abogados Juan B. Raz y Guzmán, Benito José Guerra, Antonio López Matoso y el impresor José Rebelo declararon en favor del marqués y Peimbert. Todos ellos, posteriormente, fueron reconocidos como miembros de los Guadalupes. Las autoridades novohispanas, ante el surgimiento de estos grupos conspiradores formaron un grupo de oidores de la Audiencia encargados de atender las denuncias en este rubro. Sin embargo, la actividad secreta se extendió y era muy difícil que pudieran controlarlos. El movimiento insurgente de Miguel Hidalgo dio inicio con una conspiración en Querétaro con estas mismas características.
Los Guadalupes posteriormente mantuvieron correspondencia con el general Ignacio López Rayón, además de que apoyaron la causa con recursos económicos que se utilizaron para la compra de armas y de una imprenta que sirvió para la publicación del ""Ilustrador Nacional"", prensa insurgente. En 1813 también le enviaron a Morelos a Antonio Ruiz, un experto en el uso de la imprenta. Estos apoyos fueron invaluables para la guerra de independencia.
Quizá la labor más importante de los Guadalupes fue la de involucrarse en el proceso de elección de autoridades en noviembre de 1812, que se realizaron para elegir a los Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales y Diputaciones a Cortes, tal como lo estipulaba la Constitución de Cádiz promulgada ese mismo año por las Cortes en España. Su labor fue exitosa, en ese proceso no ganó ningún europeo y varios Guadalupes quedaron electos: el sacerdote José María Alcalá, el indígena Dionisio Cano Moctezuma y el licenciado Antonio López Matoso. Además de los cargos constitucionales, los miembros de este grupo se mantuvieron muy cercanos a la insurgencia y expresaron ideas que muy probablemente quedaron plasmadas en la Constitución de Apatzingán de 1814.
Aunque la insurgencia fue determinante en el proceso emancipador, la trascendental obra política de inicios del siglo XIX que culminó en la independencia de México fue obra de una colectividad. Los Guadalupes formaron parte de ella.