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El siglo de la conquista - Hechos
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La llamaron Mérida. Edificada sobre los restos de T-ho —“lugar de los cinco cerros”, abandonado por los mayas tiempo atrás—, la ciudad española fue bautizada así por “la extrañeza y grandeza de los edificios” que evocó en los españoles el recuerdo de su Mérida, la de Extremadura, en España, donde los romanos habían dejado rastros de su grandeza.
La nueva ciudad —donde se asentaría el gobierno español de la provincia de Yucatán— fue fundada solemnemente el 6 de enero de 1542 por Francisco de Montejo, “el Mozo”. Con toda justicia, al repartir los solares el joven conquistador dispuso para su padre uno de los mejores, el que colindaba con la plaza mayor.
La casa Montejo fue construida entre 1543 y 1549. Edificada en estilo plateresco —que combinaba tres corrientes artísticas: gótica, renacentista y musulmana—, la quinta del conquistador requirió de las piedras del antiguo templo maya que coronaba el mayor de los cerros de la ciudad de T-ho. Resultó una fortaleza salpicada con el arte y la estética de dos culturas que silenciosamente se fusionaron en sus muros, corredores y columnas.
Don Francisco padre, buscó a todas luces vivir con tranquilidad en la quinta que mandó construir. Sin embargo, no pudo gozar del magnífico caserón en los últimos años de vida. Se vio obligado a dejar Mérida para enfrentar el juicio de residencia, no sin antes ver cómo los indígenas tallaban sobre la roca prehispánica de la fachada el escudo de su familia, en medio de símbolos que mostraban escenas de la conquista española.
A pesar de que el conquistador perdió todas sus encomiendas, la familia Montejo logró conservar la quinta de Mérida. Don Francisco el Mozo heredó la mansión solariega en 1560 —luego del fallecimiento de doña Beatriz de Herrera, esposa de su padre—. El fundador de la ciudad vivió en aquella casa el resto de sus días. Al establecerse en Mérida cambió la fuerza de las armas por la fuerza de la cruz. Se acercó a la caridad cristiana, el amor y la bondad.
La casa Montejo se convirtió en punto de reunión social en los años inmediatos a la conquista de Yucatán. Joya de la arquitectura civil del siglo XVI, la casa del conquistador de Yucatán sobrevivió a los caprichos del tiempo para contar su propia historia. De los sueños y anhelos de don Francisco Montejo, materializados en las paredes de su quinta, nació también la Mérida mexicana.