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Por Sandra Molina Arceo
Acaba de subir a los altares del santoral de la iglesia católica un fraile, español, del siglo XVIII, que ha pasado casi inadvertido en la historia mexicana, no obstante que dejó una gran obra durante el tiempo que estuvo en la Nueva España, su nombre fray Junípero Serra.
El término “misión” fue una sentencia en su vida y tuvo dos sentidos: la construcción de la vida espiritual y la construcción material. Su misión fue la fundar sitios desde los cuales se pudieran colonizar y evangelizar los lugares más recónditos del vasto territorio septentrional de la Nueva España en el siglo XVIII.
Fray Junípero Serra, originario de Petra, Mallorca, España- tenía 36 años cuando llegó a México en 1749. Era un hombre enfermizo pero su fortaleza espiritual le permitió emprender grandes obras que requirieron de un esfuerzo físico impresionante: a su llegada a Veracruz, después de un viaje de 99 días, emprendió el camino a la ciudad de México a pie.
Ingresó al convento de San Francisco y se preparó para su primera tarea: entre 1751 y 1766 fundó varias misiones en la Sierra Gorda de Querétaro donde los indígenas habían hecho ver su suerte a los españoles. Lo que no pudo hacer la fuerza de la espada, lo hizo la fuerza de la palabra.
Así, el fraile franciscano fundó las misiones de Jalpan, Landa, Tilaco, Tancoyol y Concá. Pero además impulsó el desarrollo de lo que tiempo después se conocería como el barroco mexicano, hecho por manos indígenas, con motivos autóctonos. Las misiones de la Sierra Gorda son el mejor ejemplo de cómo se fundió la arquitectura religiosa cristiana con los motivos y estilos indígenas.
Con la expulsión de los jesuitas (1767), Serra y varios frailes más fueron enviados a la Alta California para hacerse cargo de las misiones recientemente abandonadas o para fundar nuevas (1769 – 1782). Los franciscanos fundaron 21 misiones a lo largo de la costa de California, varias de ellas serían el origen de tres de las ciudades más importantes de Estados Unidos: San Francisco, San Diego y Los Ángeles.
La misión evangelizadora de Junípero Serra llevó al papa Juan Pablo II a beatificarlo en 1988. Esto provocó cierta oposición entre los nativos de Estados Unidos quienes argumentaron que el establecimiento de las misiones tuvo como consecuencia el exterminio de las tribus indígenas que habitaban esos territorios, sin embargo, los documentos muestran al fraile franciscano como un defensor de los indios en contra de los excesos de los españoles. El papa Francisco lo canonizó el 23 de septiembre del 2015.