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Dostoievski comenzó a escribir Crimen y castigo en 1865 durante su precaria estancia en Wiesbaden, Alemania; vivía en medio de una pobreza que lo hacía vivir de empeños, que Aliona Ivanovna, el personaje de la novela que Rodión Roskólnikov roba y asesina en un intento de salir de pobre, sea una usurera, es mera coincidencia.
Aunque en realidad, la idea de la novela surgió de una noticia de periódico. El escritor leyó que un estudiante había asesinado a una usurera. El nombre del protagonista era una burla al movimiento de los “Raskol” –que en ruso significa separar- buscaba dividir a la iglesia, los radicales del momento.
En 1866, de regreso en San Petersburgo, Dostoievski, consiguió un pago de cuatro mil rublos por la publicación de la novela en el El Heraldo ruso, una revista de Moscú que en aquel momento gozaba de 30 años de prestigio y publicaba mensualmente textos que iban de la literatura a la ciencia, la filosofía o la historia. En estas páginas se publicaron por entregas las novelas más importantes de Tolstoi, Turgueniev y Dostoievski. Crimen y castigo llegó a los lectores en 12 entregas que aparecieron entre enero y diciembre de 1866.
“Como el descubrimiento del amor, como el descubrimiento del mar, el descubrimiento de Dostoievski marca una fecha memorable en nuestra vida. Suele corresponder a la adolescencia, la madurez busca y descubre a escritores serenos. En 1915 […], leí con avidez Crimen y castigo […]. Esa novela cuyos héroes son un asesino y una ramera me pareció menos terrible que la guerra que nos cercaba”, escribió Jorge Luis Borges en el prólogo de una edición del libro Los Demonios. “Leer un libro de Dostoievski es penetrar a una gran ciudad, que ignoramos, o en la sombra de una batalla”.
La prosa logra que el lector se involucre profundamente en los dilemas morales y éticos de sus personajes poniendo en discusión los alcances de la libertad, la responsabilidad y la bondad humana, en una generación carente de principios.
Se afirma que ningún novelista podría compararse con Dostoievski como psicólogo. Incluso el mismo Freud analizó los alcances del novelista en su estudio “Dostoievski y el parricidio”, escrito en 1928. Las contradicciones y el profundo entendimiento de la naturaleza humana que en Crimen y castigo, siguen siendo objeto de análisis y relecturas 150 años después de que Rodión Roskólnikov cayera en la tentación de pensar que “si dios no existe todo está permitido”.